segunda-feira, 3 de janeiro de 2011

Texto legal sobre Cass Sunstein na Internet

Site: http://www.quilmespresente.com/notas.aspx?idn=292878&ffo=20110103





Bolsas mortuorias y otros disparates


La profusa utilización de Internet ha modificado los modos de información no sólo en cuanto a la cantidad a la que se tiene acceso - cada vez más -; sino también en lo referido a la calidad - cada vez menor-.

Esto posibilita, como daño colateral, que sea más fácil la difusión de rumores y falsedades.

Y no estamos hablando sólo de errores o erratas, cuyo alcance ya de por sí es dañino, sino de intenciones que pretenden ir más allá.

Es común en estos días advertir que son muchas las personas que recomiendan recurrir a Internet para buscar informaciones que dan por ciertas y que, en realidad, propician teorías sin asideros y opiniones sin responsables.

El tema de la exigencia de llevar bolsas mortuorias - junto a las balizas y el extintor - como equipamiento del automóvil para poder viajar por las rutas de la Provincia es un claro ejemplo del alcance que logra un rumor lanzado al azar y potenciado por Internet.

UN EJEMPLO ATERRADOR

Esta circunstancia es la preocupación que aborda el norteamericano Cass Sunstein en su libro Rumores, recientemente editado en español. Sunstein es profesor de Derecho de Harvard y alto funcionario de la Casa Blanca.

"Si las falsedades circulan y se repiten por medio de mecanismos que distan de toda racionalidad, el debate público está indudablemente en problemas", apunta Sunstein y utiliza como argumento un ejemplo aterrador: El 31 de agosto del año 2005, el rumor de que un terrorista iba a dinamitar uno de los puentes de Bagdag se propagó rápidamente entre quienes integraban una procesión religiosa que en ese momento se desplazaba por el lugar. La estampida provocada por el pánico originado por la falsa información causó un millar de muertos.

No hizo falta el explosivo, sólo un rumor intencionado. Y el miedo. Porque, también es sabido, la gente en general está más dispuesta siempre a darle crédito a aquello que reafirma sus preconceptos y sospechas, que a abrirse a un debate racional.

LAS RUTAS BONAERENSES

Según puede inferirse de una recorrida por Internet, el rumor de la exigencia de llevar bolsas mortuorias, se originó en el interior del país, Mendoza, más precisamente. Y se sumaron otros requisitos, algunos más lógicos, pero no por eso ciertos. Así se mencionaba la obligación de cargar también un botiquín, un chaleco especial, de tela tipo réflex y una linga para poder ser remolcado.

Hasta se llegó a agregar que eran multados los que utilizaban Navegadores Satelitales (GPS, su sigla en inglés) porque estos aparatitos, entre otras cualidades, pueden señalar la ubicación de los radares en los caminos.

El epicentro de este aquelarre eran las rutas de la costa bonaerense. Desmentido lo disparatado, sólo quedan en pie las lógicas exigencias de documentos del conductor y vehículo, constancia de seguro, VTV, matafuego y balizas.

¿Pero, cómo empezó todo? Tal vez como un chiste, seguramente potenciado por las dudas sobre la supuesta corrupción de las policías camineras, reforzado todo por la mala señalización de las rutas balnearias y las campañas para evitar accidentes, con cuestionables limitaciones de velocidad, profusión de radares y fuertes multas.

Respecto a esto último vale la pena subrayar lo que señalaba en su nota un lector de EL DIA: en la ruta 2, con pretensión de autopista, en muchos tramos hay que circular a 40 kilómetros por hora, obviamente más despacio que los 60 que exige la avenida 13, en pleno La Plata, para seguir la onda verde de los semáforos.

¡Que conste en actas!


changoalbertengo@hotmail.com

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